ETAPA 2 JORBA- LLEIDA 110 km
El despertador sonó temprano, muy temprano. Temprano para dos personas que están de vacaciones.
Nos movíamos lenta y perezosamente, pero con sigilo. El cura dormía y no queríamos despertarlo. Se había portado muy bien.
Cuando tuvimos todo recogido y empaquetado en las bicis, seguimos las instrucciones que nos había dado para salir y poder cerrar bien todas las puertas.
Una vez fuera, en la pequeña plazoleta de delante de la casa, me puse a limpiar y poner a punto las bicis. Moli fué a por el desayuno a la panadería del pueblo con penoso resultado. Tuvimos que comer unas pocas galletas y compartirlas con algún que otro gato callejero.
Ya se nos habían hecho las 8.30. El dia era fresco. Muy diferente al día anterior.
Cuando el camino sale de Jorba, se convierte en un espléndido carril bici recién asfaltado y separado de la carretera. Era muy cómodo circular por allí. Le dimos un buen ritmo para empezar.
A los pocos kilómetros paramos en una gasolinera a tomar el cafécito de rigor. Porque solo con las galletas no ibamos a ninguna parte.
Después continuamos por ese carril bici que moría en Santa Maria del Camí. Aquí las nubes empezaron a cubrir el cielo y empezó a refrescar aún más. Tuvimos que ponernos los cortavientos. Seguimos el camino, esta vez a través de un bosque muy bonito, verde y húmedo. Había tramos en que nos era difícil distinguir el camino del campo a través.
Llegamos a Porquerisses y nos vimos obligados a tomar un tramo de la antigua y poco transitada N-II. Empezamos a subir los 5km del puerto de la Panadella acompañados de una finísima lluvia. Era tan fina que, lejos de ser una molestia nos ayudó en la subida a no pasar demasiado calor.
Cuando llegué a la cima tuve que esperar a Moli, que aún seguía resintiéndose de la rodilla. Si este problema seguía tendríamos que abandonar la idea de llegar a Santiago. Mientras esperaba estuve estirando las piernas (gente es muy importante estirar que luego vienen las lesiones)
Una vez reagrupados nos preparamos para disfrutar de la bajada, que era por pista forestal. Y así lo hicimos, por lo menos durante 3 minutos. Tiempo que tardé en darme cuenta de que Moli había perdido la cadena de la bici (la de atarla no la de la trasmisión). Esta vez fue el quien reculó y la encontró a los pocos metros. Reanudamos la marcha y a los 5 minutos volvió a perder algo, el saco de dormir.
Como conozco bien a este personaje y se que por las mañanas le cuesta arrancar, cuando encontramos el saco le ayudé a poner los pulpos como es debido y que las cosas se quedarán en su sitio pese al traqueteo de la ruta.
La bajada era larga, no se cuantos kilómetros, pero muchos. Y la pista forestal estaba en buen estado. Alguna piedra suelta saltaba de vez en cuando pero pudimos ir bastante rápido.
Pero todo lo bueno se acaba y el camino empezó a estrecharse, cada vez más y más, la bajada se convirtió en subida y las pocas piedras sueltas cada vez aparecían en mayor número. Tantas fueron al final que se nos hacía imposible pedalear por allí con todo ese peso detrás. A cada pocos metros nos teníamos que bajar de la bici. Aún así las vistas eran preciosas. No importaba andar un poco y disfrutarlas.
Al fin llegamos a Vergós. Estaban recogiendo los vestigios de la gran fiesta del pueblo de la noche anterior. Al ver algo de movimiento paramos a sellar la Compostela. Pero debían estar de resaca y no hubo manera de poderlo hacer
(no lo dije pero habíamos sellado solo en Montserrat y en Jorba hasta el momento).
Algunos de los vecinos estaban sentados en la calle contando historias de la noche anterior. Al vernos nos pararon y nos acribillaron a preguntas que contestamos encantados. Charlamos un rato con ellos pero tuvimos que continuar, aún quedaba camino por delante.
Desde Vergós a Cervera tan solo hay 3 kilómetros. Pero Cervera está situada en la cima de la loma y Vergós al nivel del rio que pasa por abajo, así que fuimos subiendo una señora cuesta para entrar a la ciudad. A mitad del ascenso nos encontramos a con un chico que también se disponía a hacer el camino. Venía de Montserrat sin alforjas y aquí en Cervera su madre y su mujer se las traerían para que continuara con ellas hasta Castellnou de la Seana. Nos contó que allí tenía una casa y pararía a descansar unos días para luego continuar.
En Cervera decidimos parar a sacar dinero y a comer algo de fruta. También compramos algunos medicamentos para la rodilla de Moli y otros "just in case"
Cuando bajamos la loma el camino era muy llano y asfaltado. Metimos el tercer plato y le dimos duro a las piernas. En poco rato nos plantamos en Tárrega. El día había cambiado totalmente y volvía a apretar el calor muchísimo.
En Tárrega paramos a comer en un parquecillo, frente a la escuela de música. Nos preparamos un buen plato de pasta. Aunque era de esa deshidratada, cuando uno tiene hambre todo le sabe bien.
Mientras comíamos tendimos la ropa que lavamos la noche anterior y que no estaba del todo seca. Menudo chiringuito nos montamos. Al acabar lavamos los platos en una fuente y reposamos la comida un ratito.
El camino seguía siendo plano y asfaltado en su gran mayoría hasta Bell·lloc d'Urgell. Pasa por medio de muchos campos frutales, repletos de manzanos y perales. También algún que otro maizal. Era época de recolección los frutos daban color a los arboles y al paisaje. Era bonito ver el campo tan lleno de vida y este paisaje nos alivió, en parte, del sofocante calor.
En el algunos de estos huertos había gente recogiendo las frutas, pero en otros no. Viendo que era tiempo de recolecta, decidimos que no pasaría nada por coger tres o cuatro manzanas, unas cuantas peras y alguna que otra mazorca. Con las mochilas llenas de fruta, avanzábamos rápido por los campos. El camino sigue en paralelo la autovía y atrás dejamos los desvíos a pueblos como Castellnou de la Seana, Mollerussa, Bellpuig o el Palau d'Anglesola.
De repente, y sin avisar, delante de nosotros apareció una gran charca, que parecía limpia y no lo pensamos 2 veces. Fuera culottes, dentro bañadores y al agua.
El refrescante baño nos animó a continuar. Tendimos los bañadores mojados en las mochilas para que se secaran al viento, y continuamos ya por una pista de tierra hasta Bell·lloc.
Llegamos a las 18.30. Paramos en el único bar que había abierto una tarde de agosto. Pedimos 2 refrescos carbonatados (vamos 2 fantas de naranja) y preguntamos por el albergue. Nuestra etapa, en teoría, acababa aquí, pero la terrible noticia de que, debido a la recolección de las frutas era imposible encontrar sitio para dormir allí nos dejo destrozados. Había llegado la hora de dar el "extra" y continuar hasta Lleida, 12 kilómetros más inesperados. Era eso o acampar al raso. Teníamos casi 100 kilómetros en las piernas y estos de más iban a doler.
Para más desgracia el camino dejaba de ser llano y se alternaban pequeños toboganes de subida y bajada. Cada vez nos costaba más subir. Sobretodo la última de todas que era especialmente empinada y con mucha piedra suelta y cantos rodados. Era casi imposible pedalear por allí.
Justo entrando en Lleida pinché una rueda, pero aguanté como pude hasta entrar en la ciudad. Cruzamos el Segre y paramos en la primera sombra que vimos.
Mientras cambiaba la cámara pinchada llamamos al albergue municipal de Lleida, nuestra salvación. Necesitábamos una cama, nos la habíamos ganado. Los kilómetros habían hecho mella en los cuerpos y acampar ya no era una opción.
Las grandes mentes pensantes de Lleida, deciden, que en agosto, es la mejor época para cerrar el albergue durante un mes. Así que estábamos sin sitio donde dormir y muy cansados.
Un hombre, que era el doble del frutero de 7 vidas, y que me arrepiento de no haberle hecho una foto, nos informo de una especie de albergue a la salida de Lleida a unos 7 kilómetros. Pero se desviaban completamente de nuestra ruta y no queríamos dar más vueltas.
Al final, después de dar muchas vueltas por Lleida, acabamos en un hostal en todo el centro. Nos dejaban guardar las bicis dentro. La habitación daba a una plaza y a la calle mayor. Teníamos ducha calentita, internet y terraza. Todo un lujo para nosotros.
Nos duchamos y bajamos a cenar al bar de abajo. Charlamos un rato planificando el día de mañana y llamamos a las familias. Intentamos subir fotos a facebook o al mail, pero iba tan lento y teníamos tanto sueño que nos fuimos a la cama pronto.
Habíamos avanzado algo de la etapa del día siguiente, así que mañana podríamos dedicarnos a hacer algo de turismo. Visitar la Seu Vella y salir algo más tarde. Cometimos un tremendo error.
¡¡¡Mañana más!!!
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Bajada de la Panadella |
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Vistas desde la puerta del hostal |
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Moli en Jorba |
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Haciendo el retro-monguer en Cervera |
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Entrada de Tarrega |
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Centro de Tárrega (creo) |
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Rubén en ruta |
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Siendo gays en la charca |
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Kilómetros diarios |
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Espléndido |
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Moli en Tarrega |
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Palau d'Anglesola |