28 mayo 2013

DIARIOS DE VIAJE (BARCELONA - SANTIAGO DE COMPOSTELA)

ETAPA 5 BUJARALOZ - ZARAGOZA  92 km

Nos despertamos cuando aún era de noche. Debíamos darnos prisa si queríamos evitar el calor en los 40 kilómetros de los Monegros. Habíamos aprendido de etapas anteriores y no queríamos repetir experiencias pasadas. 

Teníamos empacadas todas nuestras cosas porque así lo dejamos antes de irnos a dormir. Queríamos salir cuanto antes. 

A las 6.00 nos encontrábamos ya en calle y pusimos rumbo al garaje donde estaban 
nuestras bicis. Para nuestra desgracia estaba cerrado y no nos quedaba otra que esperar treinta minutos en la fría calle hasta que el dueño del hostal se levantara.  
Aguantamos el frío como pudimos, intentando ver videos de "padre de familia" por el móvil, viendo como poco a poco empezaba a amanecer. 

Cuando entramos de nuevo al hostal pedimos un desayuno. Enseguida nos sirvieron los cafés con leche bien calentitos y nos regalaron 2 magdalenas. Nos lo acabamos tan rápido como nos lo habían puesto y salimos pitando de allí. Eran casi las 7 y frente a nosotros los Monegros, detrás el sol despuntaba los primeros rayos. 

Los primeros kilómetros los hicimos a ritmo normal, asombrados por la enorme cantidad de  conejos y liebres que campaban por allí y que corrían como diablos a esconderse en sus madrigueras cuando nos acercábamos.

El cielo estaba despejado y el sol aún no calentaba. El tiempo era fresco y así se hacía agradable pedalear. No había ni un árbol, ni una planta de mas de 10 centímetros. Y empezaron los primeros sube y bajas del camino, pero nada duro. Seguíamos sin cámaras de repuesto y un pinchazo podría ser casi mortal.

Cuando hubimos recorrido entre 10 y 12 kilómetros el ritmo era bueno, pero nuestros músculos necesitaban estirarse y paramos en la única gasolinera-casa-construcción que nos encontramos en los 40 kilómetros de desierto. 
Después de esta parada fuimos volando por los desérticos senderos, empujados también por la música de grandes como los Rolling, Chuck Berry, Hendrix, Lynyrd Skynyrd etc.

En menos de 2 horas dejamos atrás el desierto. El ritmo era de más de 20 km/h, que con las alforjas no esta nada mal. Ante nosotros se abría poco a poco un nuevo paisaje totalmente diferente. Todo era verde, verde maravilloso. Montones y montones de campos de cultivo totalmente verdes en pleno agosto. Aquí nuestro camino dejaba de ir por pistas de tierra y pasaba a ir por carretera. La carretera nos dejó en el pueblo de Pina de Ebro.

Como el día aún era fresquito paramos a tomar un cacaolat caliente y a descansar un poco. Nos apalancamos bastante en el lugar, más de cuarenta minutos, y luego pusimos rumbo Zaragoza ya con el Ebro a nuestro lado.

Al salir de Pina de Ebro el camino se vuelve confuso. Pasas por un parque situado junto al río y dejas de ver indicaciones. Para continuar tuvimos que abrir una puerta que parecía cerrada y bloqueaba el camino. (Esto es más común de lo que puede pareceros en los caminos GR de España). Poco más adelante nos vimos obligados a pasar las bicis con alforjas por encima del quita-miedos para así poder volver a la carretera y continuar por allí.

En un par de kilómetros tomamos un desvío que nos volvía a dejar en paralelo al río y con las vías de tren al otro lado. Era una pista por donde circulaban todos los coches de los agricultores de la zona. Tenía bastantes baches, pero no tantos como para impedirnos marchar a buen ritmo. En dos o tres ocasiones nos vimos obligados a cruzar las vías del tren para poder continuar. No recuerdo bien porque no podíamos seguir recto pero algo pasaba, no cruzamos las vías por placer.

Alcanzamos rápido el siguiente pueblo Fuentes de Ebro. Era pronto y estábamos animados por lo bien que nos estaba yendo la jornada así que paramos a sellar en el ayuntamiento. Esta vez subió Moli. Repetimos esta operación en los siguientes pueblos. Devorábamos los kilómetros sin demasiado esfuerzo. El calor ya hacía acto de presencia, pero teníamos más sombra que los 2 días anteriores. El río ayuda mucho.

Pasaban unos minutos de la 13.00 y ya estábamos en la Cartuja Baja, un barrio a las afueras (6km) de Zaragoza. Dimos una vuelta por su interior y la verdad es que es un lugar digno de visitar.

Como era pronto subimos al, por aquel entones, nuevo centro comercial de la capital aragonesa "Puerto Venecia", que como su nombre indica está en lo alto de una loma. Allí aún no había casi nada, todo estaba en construcción. Lo único que había abierto era un McDonalds y un Decathlon. Primero comimos y luego fuimos al Decathlon para abastecernos de cámaras.

La tienda era enorme, tenía de todo, menos clientes. Allí conocí a Adrián de la sección de ciclismo y quiso hacerse una foto conmigo al enterarse que veníamos de Barcelona. Su compañera también se apuntó. Rápidamente se corrió la voz por la tienda (cosas de no haber clientes) y la cajera y el chico de seguridad alucinaban con nuestras historias.

A las 15.00 y con un sol de justicia nos dejamos caer por la basílica del Pilar. Intentamos sellar y una vez más aquello se convirtió en una proeza casi tan grande como la de recorrer  el propio camino. Nos tuvieron de aquí para allí un buen rato por toda la basílica y la plaza. Volvió a recordarme a las 12 pruebas de Asterix. Dejamos el tema de sellar para más tarde y cruzamos el puente de piedra para encontrarnos con la tía de David.

Ella nos esperaba al otro lado, a la sombra. Nos llevó hasta casa de su hija (la prima de David) dónde nos esperaba el resto de la familia. Les narramos nuestro viaje y luego Moli empezó a explicarles como le iba todo por Barcelona. No queriendo ser irrespetuosos pedimos que nos dejaran descansar. Nos dieron la dirección de la casa de la tía de Moli que nos cedió por una noche muy amablemente.  Con el GPS y la memória de Moli no tardamos en dar con ella.

Una vez instalados nos tomamos un café con su tía, nos duchamos y fuimos a dar un paseo por el centro de la ciudad. De paso hicimos acopio de provisiones básicas que empezaban a escasear. Aceite, jabón, desayunos...

El paseo fue largo, más largo de lo que nuestras cansadas piernas querían. Volvimos a la basílica. Para sellar tuvimos que seguir al cura, párroco, o lo que fuera, una vez acabó la misa (que no vimos) hasta la sacristía, donde AL FIN conseguimos el maldito sello.

Aprovechamos para ver una exposición gratuita de la obra social "la Caixa" que a David se le antojó y emprendimos el viaje de vuelta al piso franco. De camino vimos un local dónde alquilaban bicis y también te dejaban usar los potros de reparación/montaje para reparar tu propia bici con tus herramientas. En un rincón tenían una pequeña biblioteca con libros sobre ciclismo, rutas, mecánica...Era una muy buena idea. Paramos un rato a hablar con gente de allí y explicarles el viaje.

Dejamos la compra en el piso y tomamos un taxi hasta la casa de la prima de Moli dónde nos esperaba una suculenta cena. El listo del taxista intentó darnos una vuelta larga, pero se encontró con 2 chicos que ya sabían el camino y le hicimos parar inmediatamente para continuar a pie.

La cena fue muy divertida pero los 2 caímos como moscas después de llevar casi 20 horas despiertos y casi 100 kilómetros. Nos acercaron al piso y dormimos, dormimos más de la cuenta, otra vez.


Quiero agradecer a la familia maña de David el cariño, el esfuerzo y la dedicación con la que nos acogieron. Yo me sentí como en casa. Un abrazo desde Barcelona!

El camino va claramente hacia el Oeste

Desierto de los Monegros

Desierto de los Monegros 2


Moli en lo Monegros

El Ebro

Fuentes de Ebro (creo) 
Decathlon Puerto Venecia


El Pilar





Hidratación (ojo al apaño)


Leyenda  a Zaragoza


13 mayo 2013

DIARIOS DE VIAJE (BARCELONA - SANTIAGO DE COMPOSTELA)

ETAPA 4 FRAGA - BUJARALOZ  80 km

Por primera vez en la aventura nos levantamos muy temprano (a las 6) y recogimos deprisa. Aunque tuvimos que fregar los platos de la noche anterior. Desmontamos la falsa tienda de campaña y abandonamos el cómodo bungalow.
Era tan pronto que las puertas del camping estaban cerradas. 
Había una especie de hueco, en lo alto de un muro de tierra, por donde uno podía subir y salir de camping. Pero no creo que lo hicieran pensando en gente con bicis cargadas hasta los topes.Nos apañamos como pudimos para sortear el muro de tierra con las bicis y las alforjas. Una vez al otro lado de las puertas volvimos a montar las alforjas en el porta bultos, amarrándolas bien. 
Bajamos hacia Fraga, pero esta vez por otro camino muy diferente. Era una carreterilla estrecha que acababa en un puente. El puente nos ayudó a cruzar el barranco y nos dejaba en la zona de la comisaría.
En aquella plaza ya teníamos vista del día anterior una panadería con muy buena pinta. Paramos allí para desayunar y tomar el café de rigor. 

En cuanto acabamos cruzamos de nuevo el río ya dirección a los Monegros. Nada más salir del pueblo la ruta abandona la comodísima carretera nacional y se desvía por una pista de tierra con una subida importante. 
Muy duro empezar el día así. Pero sabíamos que era lo más difícil de la etapa de hoy y estábamos frescos y con energía. Cada uno a su ritmo y subiendo durante 
muchísimo rato, ascendimos por el barranco hasta llegar a un altiplano. 

Sorprende dejar atrás tan rápidamente un paisaje con vegetación verde y encontrarse en un llano árido, yermo y seco. Ante nosotros solo se encontraban el camino y la nacional en paralelo. 
Según la ruta que tenía planeada no debíamos andar lejos de Las Ventas del Rey. Pero por "Googlemaps" no había sido capaz de encontrar ese supuesto pueblo. Lo único que había era una gran casa abandonada (o semi abandonada) que en sus tiempos debió pertenecer a los que cultivaban esas tierras. 

En ese momento Moli pinchó la rueda y utilizamos nuestra última cámara de repuesto. No solemos llevar parches para repararlas, solo ponemos una nueva y guardamos la vieja hasta poderla tirar en algún sitio adecuado y no en medio del campo. Si alguno de los 2 volvía a pinchar antes de encontrar nuevas cámaras tendríamos un problema serio. A todo esto la llave allen del freno seguía funcionando a las mil maravillas.

Continuamos unos kilómetros más a muy buen ritmo. El día era perfecto. El camino llano, con algún tobogan, no hacía viento, era demasiado temprano para que hiciera calor y había nubes blancas que nos ayudarían más adelante. Encontramos una gasolinera y pudimos poner las ruedas a las presiones adecuadas. Aquí conocimos a una chica Polaca que, como nosotros, había salido de su casa camino Santiago. Pero ella venía de Polonia, pasando por Barcelona. Iba sola. Toda una valiente y más aún cruzando españa sin habar nada de español. Con lo estupendamente bien que hablamos aquí el ingles. Me dio bastante envidia que tuviera el tiempo necesario para hacer un viaje tan largo, cruzar Europa. Un sueño por cumplir.
Una lástima que ella fuera por carretera, aunque su bicicleta era una de esas híbridas y podía ir por pistas de tierra, no se la jugó y continuó por asfalto. No tenia más que un mapa de carreteras y desconocía que hubiera camino.  Habría sido una genial compañera y nos podría haber explicado millones de cosas. Tampoco la volvimos a ver.


Desde aquí hasta Candasnos el camino, y el día fueron tan perfectos como antes de parar. Vegetación escasa o nula y seguíamos paralelos a la nacional. Los toboganes (sube y bajas) eran cada vez mas constantes y las piernas, que ya notaban el esfuerzo de la primera subida, se resentían. La rodilla de Moli parecía que ya no era un problema. 
Una vez nos encontramos  en Candasnos, sellamos las credenciales en el ayuntamiento. Me tocaba entrar a mi. Me llevaron a la planta superior, hasta el despacho del alcalde son su retrato de Juan Carlos presidiendo la sala. Y allí conseguí los sellos.

Dejamos atrás este pequeño pueblo y rápidamente alcanzamos el siguiente, Peñalba. El camino sin novedades.

Peñalba me pareció un pueblo precioso. Casas sencillas pero cuidadas. Muchas flores en las ventanas y en las puertas. En la plaza mayor se ecuentra el ayuntamiento y volvimos a sellar la compostela. De nuevo nos hicieron pasar hasta las entrañas del edificio.

Delante del ayuntamiento vimos una carnicería que hacía esquina. Repasamos nuestras escasas provisiones y vimos que sólo teníamos arroz para comer. Era un buen momento para comprar algo más.
La carnicera era una persona amable y muy habladora. Nuestras caras no le sonaban en absoluto y nos preguntó por nuestro viaje. Resultó que ella también era de Barcelona y que sólo llevaba 3 años en el pueblo. Se había mudado allí por su marido que era un apasionado del campo. Compramos pechugas de pollo y como regalo nos cortó un generoso trozo de salchichón. Le habíamos caído bien.

Volviendo a nuestras bicis una señora que paseaba por la plaza nos preguntó hacia dónde íbamos.  Cuando le respondimos que a Bujaraloz nos advirtió que nos tocaba subir, y que a esa hora el viento era en contra.

Cuantisima razón tenía.  Eso era exactamente lo que nos encontramos durante los 10 kilómetros que separan Peñalba de Bujaraloz.  El paisaje se volvía cada vez más desértico y me hacía pensar que la etapa de mañana, donde debíamos cruzar los Monegros iba a ser dura si nos pillaba el calor.

Llegamos a Bujaraloz. Entrando al pueblo, los aspersores regaban los campos y, yo por lo menos, intentaba que  me cayera todo el agua posible encima. Eran las 14.30 y el sol ya no estaba para juegos.

Preguntamos precios en varios hostales a lo largo del pueblo. No había camping ni albergue allí. Nos decidimos por el más céntrico. Era el más barato de los que estaba abierto y nos habían tratado bien. Estaba situado frente al ayuntamiento en la misma calle mayor y hacía a su vez de bar del pueblo. Pese a ser el más barato, se nos iba del presupuesto.

Para arreglar un poco el precio se nos ocurrió la genial idea de que veníamos haciendo una guía para cicloturistas para una editorial. Le enseñamos fotos, mi diario y hasta una web.  Lo conseguimos, y la habitación era excelente. Además nos ofreció guardar las bicis en su garaje particular.

Cocinamos en la misma habitación  y tras las respectivas duchas, una buena siesta.

Al tener la tarde libre paseamos por todo el pueblo tranquilamente. Cuando se hizo de noche bajamos el hornillo y algo de comida y fuimos a la plaza de la iglesia. Era un sitio tranquilo y lleno de paz. Allí nos calentamos unas sopas de sobre y acabamos con las pechugas de pollo.

Recogimos y nos fuimos a dormir pronto. Decidimos que lo mejor era levantarse a las 5.30 para evitar el calor del desierto.


El día perfecto

Subida de Fraga
Pues resulta que si las encontramos


Creo que es Candasnos

Moli en Peñalba

Carnicería de Peñalba. GRACIAS!

Bujaraloz

El bar-hostal

Iglesia de Bujaraloz

Entrando en los monegros

Bujaraloz

Cocinando!


11 mayo 2013

Nueva bicivoladora

Hola bicivoladores!!
Hace algo mas de 6 meses que la conozco y jamás hubiera esperado que acabaría acompañándola a por una bici nueva. Y que estuviera tan feliz como una niña con su nueva bicicleta. (y eso que tiene veintilaaaaaargos).
Me siento en parte responsable de haberle contagiado un poco de mi gran afición y eso me hace feliz. Poder compartir algo así con los demás es muy gratificante.
No ha sido la primera persona "infectada" con el gusanillo del ciclismo y espero que no sea la última.

De momento ya tienes las ganas y el vehículo.  ¿quien sabe si algún dia te veremos con alforjas camino a algún lado?
A disfrútarla!

Primeros 12 kilómetros superados con éxito ;)

09 mayo 2013

DIARIOS DE VIAJE (BARCELONA - SANTIAGO DE COMPOSTELA)

ETAPA 3 LLEIDA - FRAGA  40 km

Tercer día de ruta, una etapa muy corta por delante. Eso hizo que nos levantáramos 30 minutos más tarde de lo que acordamos la noche anterior. Aunque necesitábamos ese descanso no debimos haberlo hecho.

Recogimos muy lentamente la habitación, más lento aún que en Jorba. Cuando estuvimos listos y nos aseguramos de no olvidar nada, fuimos a desayunar al bar del hostal. Café, pastas y algo de las frutas robadas.

Nuevamente les hice una puesta a punto a las bicis mientras Moli se acababa el desayuno. No era mi intención pero el Hall del hotel no quedó demasiado limpio después de usar el desengrasante y el aceite, así que le pedí al conserje que me dejara una fregona para poder limpiar el estropicio un poco.

Eran las 10 cuando dejamos el hostal. Lo primero que hicimos fue tomar un ascensor que nos subía hasta la Seu Vella. Desde allí arriba podíamos ver toda la plana de Lleida. Estábamos completamente solos en el recinto. Los únicos turistas eramos nosotros, aunque el edificio estaba cerrado para verlo por dentro, las murallas permanecían abiertas y eso nos permitió adentrarnos bastante. Y sin bajarnos de la bici.

Queríamos sellar allí en la Seu, pero como todo en Agosto, estaba cerrado. Bajamos al centro de nuevo y conseguimos el sello en la oficina de información y turismo. Debíamos ponernos en marcha ya. Eran las 11 y seguíamos en Lleida. Aún nos paramos a comprar unos tés y a hacernos unas fotos sobre el río Segre. Son oportunidades que no puedes dejar pasar.
 Una vez cruzamos el Segre, paramos en Decathlon y allí conocimos a Lluis V. Un chico del taller-ciclismo que al contarle de donde veníamos (y que por aquel entonces yo también trabajaba en decathlon) nos hizo una revisión bastante completa de los frenos y los cambios. Alucinó con el apaño del freno de la bici de Moli, pero no pudo proporcionarnos un pasador nuevo. La allen funcionaba de maravilla, era un mal menor no haber encontrado recambio. Lluis no quiso cobrarnos nada y le puse una felicitación por escrito en recepción. Cosas del karma.

Por fin conseguimos arrancar y despegarnos de Lleida. Serían casi las 12. El calor era asfixiante, agobiante. El camino transcurría, para nuestra fortuna, por medio del bosque que va siguiendo el curso del rió  nos proporcionaba muchos ratos de sombra. Pero aún así nos costaba pedalear con tanto calor. Está muy bien adaptado para ciclistas. Unos troncos lo separan de lo que es la pista forestal por donde pueden, y de hecho lo hacen, circular los vehículos.

Pese a todo no nos costó llegar hasta Alcarrás. Aunque a 500 metros del pueblo volví a pinchar la rueda. Algo tuve que pasar por alto la tarde anterior al cambiar la cámara. El cansancio hace que no hagas las cosas correctamente. Alcanzamos el pueblo con mi rueda pinchada y paré en una sombra y mientras David iba a por unos refrescos. Revisé a fondo el neumático y encontré una espina engarzada en la goma que sobresalía por la parte interior. Podría haber estado pinchando siempre si no la hubiese visto. Ya que habíamos parado, pasamos por el ayuntamiento a sellar la compostela.

Salimos rápido de allí. Alcarrás es el último pueblo de Catalunya y nos hacía ilusión llegar a Aragón. Además era tarde y el sol estaba en todo su apogeo. Abandonamos la pista y el camino pasó a ir por un tramo de carretera nacional. En la primera gasolinera que vimos tuvimos que parar a comprar agua y a hinchar bien las ruedas. Ya nos habíamos bebido los 2 litros que teníamos cada uno. Miramos el reloj. Las 14.00, tardísimo. Usamos 2 horas para recorrer escasos 20 km. Un ritmo lamentable ¿Que nos estaba pasando? Yo no me notaba cansado del día anterior. Las piernas funcionaban bien. Era el calor. Demasiado calor. No hace falta que os lo diga, pero no recomiendo pedalear a esas horas en agosto y por una carretera sin ni una sombra. No es que pedaleáramos lento, es que teníamos que parar muchas veces.

Nos quedaban pocos kilómetros hasta Fraga y parecían ser todos por nacional. Pero no era nuestro día y la nacional acabó pronto. El GPS nos desviaba por un camino, paralelo a la nacional. Tocaba subir  un buen peñasco si queríamos llegar a Fraga.

A las 14.30 empezamos a subir el cerro que separa Catalunya de Aragón. Ya no había asfalto bajo nostros. Era un camino de tierra que hacia "eses" por medio de los campos de cultivo, todos arados y sin ninguna sombra. El paisaje era árido y desolador. El sol me estaba achicharrando y estaba convencido de que Moli no lo estaba pasando mejor. Más que de piernas, usamos la fuerza mental (de la que os hablé) y conseguimos superar esos duros momentos.

Bajando el cerro pudimos descansar un poco. Miramos hacía atrás y vimos que habíamos pasado el cartel que indica que estábamos en Aragón. El calor seguía siendo extenuante pero continuamos. Muchos sube y bajas. El camino a ratos asfaltado a ratos no. Empezó a soplar viento. No era una brisa agradable que nos ayudara, no. Era nuestro día fatídico y el viento era fuerte. ¡En las bajadas no avanzábamos! El viento lo impedía.

Llegamos a una barriada en construcción, donde solo habían puesto las calles. El jefe de seguridad de los terrenos, el cual estaba aún más loco que nosotros por el exceso de sol, nos paró y charlamos un rato con el. Le pedimos indicaciones del camino que nos esperaba. Nada bueno. Dos cuestas más. Una en principio, flojita, peo la otra mucho más dura.
Los que me conocéis un poco, sabréis que no me gusta nada preguntar. Y es que pocas veces ayuda en algo. Ninguna de las dos cuestas resultó ser "flojita" como él dijo. La primera era corta, eso si, pero con bastante inclinación y por pista de grava. Al llegar arriba había otra charca, pero no nos pareció tan salubre como la del día anterior y decidimos no bañarnos. La segunda, estaba asfaltada pero se nos hizo interminable, eterna. Ya empezamos a ver casas de las afueras de Fraga. También unas pistas de tenis.

Una vez en la cumbre, pudimos ver el pueblo. Lo teníamos al lado. Estábamos sudando a chorros. Llegamos al polígono industrial que está en la entrada y vimos el desvío a un camping. Pero quisimos bajar al pueblo a preguntar por el albergue.

El pueblo de Fraga esta separado por el río Cínca. Una de las mitades, la parte antigua, esta situada en la ladera del monte, coronador por el castillo. Las calles son estrechas y empinadas forman un laberínto que serpentea hacía el Cinca. Algún ascensor hay instalado para salvar los enormes desniveles. Pero te puedes perder fácil. En la otra parte del río todo es más llano. Más ordenado.

Entramos por la parte antigua del pueblo. La verdad es que es bonito de ver. Los niños nos seguían con sus bicis intentando que compitiéramos con ellos. Los abuelos nos paraban para hacernos preguntas y contarnos historias (la más absurda sobre las escaleras mecánicas del pueblo) . Cuando llegamos al río, preguntamos por el albergue y nos mandaron a la policía municipal. Quizás fuera lo más rápido. Callejeamos por las retorcidas callejuelas un poco más hasta dar con la Plaza de España, lugar dónde estaba a comisaría.

Allí, previa entrega de DNI nos hicieron un papel para que pudiéramos hospedarnos en el albergue. Que a su vez hacía las funciones de asilo de tercera edad, y estaba regentado por monjas. El policía nos contó que a las 19.45 cerraban puertas  y ya no se podría salir hasta el día siguiente. No nos gustó nada esta premisa.

Las decisiones se toman mejor con el estómago lleno, y ya que estábamos en el pueblo, y que las energías estaban tan mermadas después del duro día buscamos un sitio para comer. En la parte antigua no había muchos sitios así que cruzamos el río. Al final paramos en un Shawarma. Más que comer, bebimos, bebimos mucho. También paramos a comprar algo de provisiones para la cena, merienda y desayuno.

La idea de estar encerrados no concordaba con nuestras pretensiones del viaje. Como a todo el mundo, nos gusta sentirnos libres y preferimos subir por donde habíamos bajado y volver al camping. Toda una proeza después de comer y con tanto calor. Pero era la mejor opción.
Una vez en lo alto del polígono giramos hacia el camping que estaba algo alejado, pero no demasiado.

En recepción vimos un cartel que anunciaba unas bungalows para peregrinos a un precio más asequible y nos interesamos por ellas. El regente no nos quiso dar esas habitaciones a ese precio sin antes tener el papel acreditativo de la parróquia (la que estaba situada abajo en el pueblo) que dijera que estábamos haciendo el camino. No le valía ni la compostela sellada desde Montserrat, ni nuestras evidentes pintas de cicloturistas, ni el papel del guardia urbano. Me sentí como en Astérix y Obélix en las 12 pruebas y la casa de los locos.

Resignados y sin ganas de volver a bajar, pagamos el precio por tienda, por persona, ¡Y POR VEHICULO! todo un señor estafador.
Acampamos en el primer sitio que vimos, cerca de los servicios del camping para no andar demasiado. Una vez montada la tienda, revisamos el terreno que nos rodeaba, advertimos que los bungalows que no habían querido ofrecernos estaban abiertos. Guardamos las alforjas en la tienda pero ya teníamos decidido que esa noche dormiríamos en una de las cómodas camas de los bungalows a resguardo de todo y habiendo pagado menos. De nuevo, cosas del karma.

Además funcionaban los enchufes de las cabañas y como nos habíamos negado a pagar por electricidad, una cosa más que nos salió gratis. Es muy gratificante pagar a un estafador con su propia moneda.

Una vez estuvimos, falsamente, asentados. Fuimos a la piscina del camping donde pasamos la tarde relajados y tranquilos. Disfrutando de la soleada tarde de agosto y riéndonos de la mañana infernal que tuvimos.

Luego nos duchamos, cenamos y nos preparamos unos de los tés comprados en Lleida. No teníamos colador ni nada parecido para ayudarnos a preparalo, pero apañamos algo con cinta aislante y unas gasas. Cuando la noche se hizo oscura nos colamos furtivamente en el bungalow y pusimos a cargar todos los aparatos eléctricos que teníamos. Pasamos una noche plácida.

En la próxima entrega, dejamos atrás el fértil valle del Cinca para adentrarnos en la no tan fértil tierra de los Monegros! No os lo perdáis!

En lo alto de la SeuVella

Vistas desde la Seu Vella

Como ya he dicho, estábamos solos

Moli en el Segre

Rubén en el Segre


La salida de Lleida

Fraga

Relax!

Apañada tetera

El hostal de Leida

Lleida


Agua helada

Foto cruel porque si




07 mayo 2013

DIARIOS DE VIAJE (BARCELONA - SANTIAGO DE COMPOSTELA)

ETAPA 2 JORBA- LLEIDA 110 km

El despertador sonó temprano, muy temprano. Temprano para dos personas que están de vacaciones.

Nos movíamos lenta y perezosamente, pero con sigilo. El cura dormía y no queríamos despertarlo. Se había portado muy bien.

Cuando tuvimos todo recogido y empaquetado en las bicis, seguimos las instrucciones que nos había dado para salir y poder cerrar bien todas las puertas.

Una vez fuera, en la pequeña plazoleta de delante de la casa, me puse a limpiar y poner a punto las bicis. Moli fué a por el desayuno a la panadería del pueblo con penoso resultado. Tuvimos que comer unas pocas galletas y compartirlas con algún que otro gato callejero.

Ya se nos habían hecho las 8.30. El dia era fresco. Muy diferente al día anterior.
Cuando el camino sale de Jorba, se convierte en un espléndido carril bici recién asfaltado y separado de la carretera. Era muy cómodo circular por allí. Le dimos un buen ritmo para empezar.

A los pocos kilómetros paramos en una gasolinera  a tomar el cafécito de rigor. Porque solo con las galletas no ibamos a ninguna parte.

Después continuamos por ese carril bici que moría en Santa Maria del Camí. Aquí las nubes empezaron a cubrir el cielo y empezó a refrescar aún más. Tuvimos que ponernos los cortavientos. Seguimos el camino, esta vez a través de un bosque muy bonito, verde y húmedo. Había tramos en que nos era difícil distinguir el camino del campo a través.

Llegamos a Porquerisses y nos vimos obligados a tomar un tramo de la antigua y poco transitada N-II. Empezamos a subir los 5km del puerto de la Panadella acompañados de una finísima lluvia. Era tan fina que, lejos de ser una molestia nos ayudó en la subida a no pasar demasiado calor.

Cuando llegué a la cima tuve que esperar a Moli, que aún seguía resintiéndose de la rodilla. Si este problema seguía tendríamos que abandonar la idea de llegar a Santiago. Mientras esperaba estuve estirando las piernas (gente es muy importante estirar que luego vienen las lesiones)

Una vez reagrupados nos preparamos para disfrutar de la bajada, que era por pista forestal. Y así lo hicimos, por lo menos durante 3 minutos. Tiempo que tardé en darme cuenta de que Moli había perdido la cadena de la bici (la de atarla no la de la trasmisión). Esta vez fue el quien reculó y la encontró a los pocos metros. Reanudamos la marcha y a los 5 minutos volvió a perder algo, el saco de dormir.
Como conozco bien a este personaje y se que por las mañanas le cuesta arrancar, cuando encontramos el saco le ayudé a poner los pulpos como es debido y que las cosas se quedarán en su sitio pese al traqueteo de la ruta.

La bajada era larga, no se cuantos kilómetros, pero muchos. Y la pista forestal estaba en buen estado. Alguna piedra suelta saltaba de vez en cuando pero pudimos ir bastante rápido.

Pero todo lo bueno se acaba y el camino empezó a estrecharse, cada vez más y más, la bajada se convirtió en subida y las pocas piedras sueltas cada vez aparecían en mayor número. Tantas fueron al final que se nos hacía imposible pedalear por allí con todo ese peso detrás. A cada pocos metros nos teníamos que bajar de la bici. Aún así las vistas eran preciosas. No importaba andar un poco y disfrutarlas.

Al fin llegamos a Vergós. Estaban recogiendo los vestigios de la gran fiesta del pueblo de la noche anterior. Al ver algo de movimiento paramos a sellar la Compostela. Pero debían estar de resaca y no hubo manera de poderlo hacer (no lo dije pero habíamos sellado solo en Montserrat y en Jorba hasta el momento).

Algunos de los vecinos estaban sentados en la calle contando historias de la noche anterior. Al vernos nos pararon y nos acribillaron a preguntas que contestamos encantados. Charlamos un rato con ellos pero tuvimos que continuar, aún quedaba camino por delante.

Desde Vergós a Cervera tan solo hay  3 kilómetros. Pero Cervera está situada en la cima de la loma y Vergós al nivel del rio que pasa por abajo, así que fuimos subiendo una señora cuesta para entrar a la ciudad. A mitad del ascenso nos encontramos a con un chico que también se disponía a hacer el camino. Venía de Montserrat sin alforjas y aquí en Cervera su madre y su mujer se las traerían para que continuara con ellas hasta Castellnou de la Seana. Nos contó que allí tenía una casa y pararía a descansar unos días para luego continuar.

En Cervera decidimos parar a sacar dinero y a comer algo de fruta. También compramos algunos medicamentos para la rodilla de Moli y otros "just in case"
Cuando bajamos la loma el camino era muy llano y asfaltado. Metimos el tercer plato y le dimos duro a las piernas. En poco rato nos plantamos en Tárrega. El día había cambiado totalmente y volvía a apretar el calor   muchísimo.

En Tárrega paramos a comer en un parquecillo, frente a la escuela de música. Nos preparamos un buen plato de pasta. Aunque era de esa deshidratada, cuando uno tiene hambre todo le sabe bien.
Mientras comíamos  tendimos la ropa que lavamos la noche anterior y que no estaba del todo seca. Menudo chiringuito nos montamos. Al acabar lavamos los platos en una fuente y reposamos la comida un ratito.

El camino seguía siendo plano y asfaltado en su gran mayoría hasta Bell·lloc d'Urgell. Pasa por medio de muchos campos frutales, repletos de manzanos y perales. También algún que otro maizal. Era época de recolección los frutos daban color a los arboles y al paisaje. Era bonito ver el campo tan lleno de vida y este paisaje nos alivió, en parte, del sofocante calor.
En el algunos de estos huertos había gente recogiendo las frutas, pero en otros no. Viendo que era tiempo de recolecta, decidimos que no pasaría nada por coger  tres o cuatro manzanas,  unas cuantas peras y alguna que otra mazorca. Con las mochilas llenas de fruta, avanzábamos rápido por los campos. El camino sigue en paralelo la autovía y atrás dejamos los desvíos a pueblos como Castellnou de la Seana, Mollerussa, Bellpuig o el Palau d'Anglesola.
De repente, y sin avisar, delante de nosotros apareció una gran charca, que parecía limpia y no lo pensamos 2 veces. Fuera culottes, dentro bañadores y al agua.

El refrescante baño nos animó a continuar. Tendimos los bañadores mojados en las mochilas para que se secaran al viento, y continuamos ya por una pista de tierra hasta Bell·lloc.

Llegamos a las 18.30. Paramos en el único bar que había abierto una tarde de agosto. Pedimos 2 refrescos carbonatados (vamos 2 fantas de naranja)  y preguntamos por el albergue. Nuestra etapa, en teoría, acababa aquí, pero la terrible noticia de que, debido a la recolección de las frutas era imposible encontrar sitio para dormir allí nos dejo destrozados. Había llegado la hora de dar el "extra" y continuar hasta Lleida, 12 kilómetros más inesperados. Era eso o acampar al raso. Teníamos casi 100 kilómetros en las piernas y estos de más iban a doler.

Para más desgracia el camino dejaba de ser llano y se alternaban pequeños toboganes de subida y  bajada. Cada vez nos costaba más subir. Sobretodo la última de todas que era especialmente empinada y con mucha piedra suelta y cantos rodados. Era casi imposible pedalear por allí.

Justo entrando en Lleida pinché una rueda, pero aguanté como pude hasta entrar en la ciudad. Cruzamos el Segre y paramos en la primera sombra que vimos.

Mientras cambiaba la cámara pinchada llamamos al albergue municipal de Lleida, nuestra salvación. Necesitábamos una cama, nos la habíamos ganado. Los kilómetros habían hecho mella en los cuerpos y acampar ya no era una opción.
Las grandes mentes pensantes de Lleida, deciden, que en  agosto, es la mejor época para cerrar el albergue durante un mes. Así que estábamos sin sitio donde dormir y muy cansados.

Un hombre, que era el doble del frutero de 7 vidas, y que me arrepiento de no haberle hecho una foto, nos informo de una especie de albergue a la salida de Lleida a unos 7 kilómetros. Pero se desviaban completamente de nuestra ruta y no queríamos dar más vueltas.

Al final, después de dar muchas vueltas por Lleida, acabamos en un hostal en todo el centro. Nos dejaban guardar las bicis dentro. La habitación daba a una plaza y a la calle mayor. Teníamos ducha calentita, internet y terraza. Todo un lujo para nosotros.

Nos duchamos y bajamos a cenar al bar de abajo. Charlamos un rato planificando el día de mañana y llamamos a las familias. Intentamos subir fotos a facebook o al mail, pero iba tan lento y teníamos tanto sueño que nos fuimos a la cama pronto.

Habíamos avanzado algo de la etapa del día siguiente, así que mañana podríamos dedicarnos a hacer algo de turismo. Visitar la Seu Vella y salir algo más tarde. Cometimos un tremendo error.

¡¡¡Mañana más!!!

Bajada de la Panadella

Vistas desde la puerta del hostal

Moli en Jorba

Haciendo el retro-monguer en Cervera

Entrada de Tarrega

Centro de Tárrega (creo)

Rubén en ruta

Siendo gays en la charca

Kilómetros diarios

Espléndido 
Moli en Tarrega 
Palau d'Anglesola