19 marzo 2014

DIA 10 CARRODANO INFERIORE-CINQUE TERRE-LA SPEZIA-MASSA-VIARREGIO


ETAPA 10 CARRODANO INFERIORE - VIARREGIO
(90 km - 4 horas 40 minutos - 2000 metros de desnivel ascendente)



No quiero perder el tiempo y me levanto a las 6.30. Recojo mis bártulos y me como 4 galletas. No veas como duran las "rebuenas", aprovecho para acabar con la penúltima ampolla de jalea real. Mi gran secreto. Abro la puerta que da a la terraza. Hace un frío considerable y llueve mucho. Parece que por primera vez me va a tocar pedalear con lluvia en ruta. 

Con el chubasquero puesto bajo al hall del hotel. Me sorprendo al ver a la chica ya levantada preparando la "colazione" (desayuno en italiano). Le hago unas cuantas preguntas por la ruta que quiero tomar, y mi intención de visitar los pueblos que forman las coloridas estampas de las Cinque Terre. Me lo indica en un mapa que intento, y consigo, memorizar. Pero me advierte de una carretera cortada, incluso para bicis. Pero no entendí el motivo.
Aprovecho para conectarme 5 minutos y saludar en casa. No sabrían nada más de mi hasta que pudiera volver a conectarme. Mientras estoy usando el PC la chica se acerca a mi con un expresso y unas galleta de miel. Le recuerdo que no he pagado el desayuno con la habitación, pero ella me dice que es un detalle de la casa. Detallazo. Charlé con ella explicándole mi epopeya y a dónde quería llegar. Se portó genial conmigo. 

Cuando deje el hostal eran las 7.30 y para mi sorpresa, había dejado de llover. Guardo el chubasquero en la maleta.

Empezamos fuerte con un primer kilómetro de gran pendiente, pero luego una larga y fría bajada seguida de rectas y subidas suaves y progresivas que me llevan hasta un encantador y sombrío valle. Aunque la lluvia me respeta, no las tengo todas conmigo sobre si volverá a llover.

A los 12 kilómetros me desvío de mi querida SS1 y tomo el ramal que me llevará a las Cinque Terre. Este tramo se salía de mi planificación, pero ya que estaba pedaleando por aquí...

La carretera se estrecha mucho, se vuelve enana. De solo un carril. Empiezo a pasar por granjas, casas aisladas. El paisaje me recuerda mucho a Galicia, sin llegar a ser tan bonito. Las gentes del lugar se quedan mirándome al pasar y los más valientes hasta me saludan. El camino vuelve a subir un poco bruscamente durante unos metros y luego pasa a ser llano nuevamente. Tras un giro cerrado aparece Pignone, un pequeño pueblo en el que decido parar.

La entrada al pueblo era un tanto especial. Se hacía por un pequeño puente que salvaba la riera. El puente tenía solo un carril y luego cruzaba un arco que daba a la plaza mayor. La verdad es que era muy bonito. Estiro los músuclos y bebo abundante agua. Paro a un señor mayor y le pregunto como llegar a Vernazza. Me lo explica muy bien, con mucho detalle. Las subidas que me esperan, que me dice que son largas, unos 6 kilómetros, pero no duras. Increíble como lo clavo con la descripción (que entendí en perfecto italiano). 

Empiezo a subir, pero me cuesta mucho pedalear. Me ahogo. Noto las piernas muy cansadas. Me digo y me repito que es temporal, que es una "mini-pájara" y que solo es que me esta costando entrar en calor. Paro a tomar un gel que tenía guardado y una pastilla de azúcar. Hago paradas frecuentes para no desanimarme. Cuándo el gel y la dextrosa empiezan a hacerme efecto mi cuerpo empieza a reaccionar. Me ha costado, pero ya vuelvo a tener el motorcito de mis piernas en marcha. 

La carretera es más camino que carretera. El sol se resiste a salir. Finalizo la subida de 6 kilómetros y vuelvo a ver el mar. Tenía frente a mi un desvío hacia Vernazza, a la izquierda o a Monterosso, a mi derecha. Yo quería ir a Vernzaa pero gracias a la información de la chica del hotel sabía que me habría equivocado. Veo una señora en una casa y, solo por si acaso, pregunto por el camino a Vernazza. Me confirma que está cortada, luego entendería porqué. 
Subo un poco más, había operarios desbrozando los matorrales de ambos lados de la carretera, siendo tan estrecha y con tantas curvas era algo obligado. Me saludan todos y veo el asombro en sus caras de ver a un loco con un remolque por esas tierras tan escarpadas.

Al cabo de poco empiezo a bajar. Una bajada pronunciadísima de 6 km. Tengo que ir frenando a tope para conseguir ir a 40km/h. El paisaje es espectacular. El más bonito de este viaje. El mediterráneo a mis pies, roca, aire y el sol que hacía por salir de detrás de las grises nubes.

Llego a Monterosso  donde "turisteo" un poco. Las casas de colores son bonitas, pero ya me habían dicho que era el menos bonito de todos. Al estar la carretera cortada me veo obligado a coger un tren hasta Vernazza.

El andén está 2 pisos por encima de la entrada de la estación y sin ascensor. Separo el remolque de la bici y voy subiendo por etapas, intentando no perder de vista ninguna de las 2 cosas. Compro un billete y mientras espero al tren me como un trozo de pizza y una focaccia en el bar de la estación.

Una hora más tarde llega mi tren. Por respeto espero a subir el último, por llevar la bici. Pero la gente no es tan respetuosa y educada, el tren se llena y algunos nos quedamos con cara de tontos en el andén. Yo llevaba esperando mucho más tiempo que algunos de los que habían subido. Me enfadé considerablemente. Además el billete tenía un tope horario máximo que sin duda superaría esperando al siguiente tren. Les pido a 2 señoras que me vigilen la bici mientra voy a reclamar. Cruzo corriendo el paso inferior, hago la cola pertinente y cuando llega mi turno la "para-nada-simpática" mujer de la ventanilla me dice que no importa la hora que coja el siguiente.

Al subir al tren nadie me ayuda con mis bultos, me toca moverme deprisa. Hay un sitio reservado para las bicis, dónde dejo la mía.

Una para después me apeo de la cafetera a la que llaman tren. Vernazza es mucho más pequeño. Esta vez si que me ayudan a bajar las cosas del tren y hasta el nivel de la calle. Un simpático turista alemán al que se lo agradecí mil veces. Recorro las estrechas y laberínticas calles de Vernazza hasta que llego al embarcadero. Consigo que me hagan unas cuantas fotos con el mp3, que no tiene la calidad del móvil, pero algo es algo. Me encanta el pueblo, sus callejuelas y sus pequeñas casas de colores. Las tiendas son todas para satisfacer a los turistas. Saco dinero en un cajero situado a escasos 20 metros del mar, y vuelvo a una de esas tiendas para preguntar cuanto vale una figura en forma de rana (siempre compro una rana en mis viajes) 15€, me parece un abuso. Sigo perdiéndome por las calles y no dejo ver a muchos alemanes. Sobretodo jóvenes. Paro a comprar un helado de amarena, de mis favoritos, y lo devoro.

Leo un cartel dónde explican que el pueblo fue devastado en 2011 por un torrente de agua y barro procedente de la montaña. Ahora entiendo que la carretera estuviese cortada.

Ya podía volver a pedalear. Antes de abandonar el pueblo me aseguro de que pueda llegar por carretera y entro a preguntar a una tienda. La chica joven que atiende sale a la calle para indicarme mejor. Si que podía.

Empiezo a subir. Los primeros 400 metros son inhumanos y sigo subiendo como puedo. Plato 1 piñon 1. Chorreo sudor a mares. Consigo llegar a la carretera que bordea la montaña. Soy feliz. La sigo fácil hasta Corniglia. Durante la bajada veo el pueblo al fondo, encima de una colina que se adentra en el mar. La imagen bucólica, las casas coloridas, el sol despuntando por fin. ESTO ERA LO QUE HABÍA VENIDO A VER. Me emociono y se me pone la piel de gallina. Ha merecido la pena el esfuerzo titánico de llegar aquí. Las cosas así hay que ganárselas.

El pueblo es aún más pequeño que Vernazza. Diminuto. Pero a la vez resulta más bonito aún. Durante la bajada hago fotos y grabo un vídeo.

(PAUSA: En la última actualización de este diario haré una lista de anécdotas y publicaré los videos FIN DE LA PAUSA)


Consigo que me hagan fotos a la entrada del pueblo. Ya en Corniglia visito otra heladeria, de verdad que los gelattos eran de otro mundo. Una chica latina atendía y le hablé directamente en español. Se me hacía hasta raro. Le cuento mi viaje y quiere salir a ver la bici y el remolque. Me deja solo en la heladería, que inconsciente por su parte. Alucina al ver que llevo de todo en la bici y me invita al helado, esta vez de chocolate negro. Ya tengo una fan más.

El helado tenía una pinta especial y un sabor aún mejor. Paseando por el pueblo encuentro a una pareja de turistas sudafricanos, que son los que me habían hecho la foto anteriormente y me paran para que les cuente cosas sobre mi viaje. Abandono Corniglia, pero tengo que volver a coger el tren, de nuevo la carretera estaba en obras.

Mientra espero en el andén conozco a un par de matrimonios de Argentina que me explican las bellezas naturales de su país, y me invitan a recorrerlo en bici, quien sabe. A lo mejor ya tengo las etapas planeadas...o no.

Me ayudan a subir la bici al tren y luego a bajarla. Riomaggiore es el pueblo más cercano a la gran ciudad y por tanto, el más gastado, más explotado y menos encantador. Aún así es precioso. Paseo lentamente por sus calles, disfrutando de cada momento. Es el último de estos coloridos pueblos que visitaré. Pienso que a mis padres les encantaría venir algún día y recorrer a pie, porque había un camino inciclabe, que unía todos los pueblos. Quizás me apunte a venir con ellos para ponerme hasta el culo de pizza y helado, ayudarles con el italiano.

A la salida del pueblo, paso por delante de una pareja. Observo que ella empieza a hacerme fotos y me paro en seco. Entonces me pide permiso para sacarme una foto, permiso que evidentemente le otorgo. Una vez tomada la instantánea me preguntan de dónde vengo y hacia dónde me dirijo. Cuando le cuento todo quieren hacerme más fotos. Ellos son de Rusia y al despedirme me dan la mano. Cuando me la dio ella apretó como suelo apretar con mis amigos, firmemente. Pero no caí que el armario de su marido,un fornido oso ruso de la estepa siberiana, iba a apretarme la mano más aún. Desde ese día se que nunca has dado un apretón de manos si no le has dado la mano a un ruso (proverbio biciloker)

Con la mano dolorida empiezo a ascender hasta la carretera de montaña. Es una subida típica de montaña, con curvas zigzagueantes, muy cerradas y estrechas. A medida que ganaba altura, la panorámica de Riomaggiore con el sol, el mar y las montañas de fondo también ganaba en espectacularidad. Hago las últimas fotos.

Los coches que subían por la carretera esperaban pacientemente para poder adelantarme y me animaban y aplaudían. No solo era un loco subiendo en bici, era un loco subiendo en bici con un remolque.

Con todo este paseo turístico llevo más de 60 kilómetros y aún no había llegado a la Specia. Tras 10 kilómetros de pequeñas subidas y bajadas, que confirman que mi pájara ha desaparecido llego a la ciudad. Había decidido avanzar un poco en tren por 2 motivos. Parte de los kilómetros de la etapa ya estaban pedeleados, pero en lugar de haber sido en linea recta buscando Roma, había disfrutado visitando pueblecitos. La hora, eran las 16.30 y se suponía que tenía que haber dormido en esta ciudad la noche anterior.

Como una hamburguesa mientras espero a mi tren. Una vez en el andén me aconseja ir al último vagón porque allí la bici no molestaría. Le hago caso y la acomodo cerca de la puerta y tomo un asiento desde dónde la puedo ver en todo momento.

Se sientan conmigo 2 señoras ecuatorianas que resultan ser muy majas. Van hacia Firenze al consulado americano. Una de ellas va a ser abuela y  quiere pedir el visado para ir a EEUU a ver nacer a su nieto. Lleva una emotiva carta de su hija para poder conseguirlo. Me la lee, y entre muchas otra cosas bonitas le dice que ojala ella (la hija) consiga ser tan buena madre como lo fue ella (la señora de mi lado). Casi nos ponemos a llorar los tres. Son muy muy religiosas, católicas. Conocen muy bien la biblia y hablando de ello yo les digo que no creo en nada, pero que mientras no hagan daño a nadie y dejen ser felices a los demás, me parecía bien que creyeran en lo que quisieran. Quedan más que contentas con mi respuesta. Hablamos de muchas otras cosas más mientras el tren llegaba la Massa, la primera parada. Aparece como de la nada una marimacho revisora, su cara de amargada era notable. Me obliga a bajar de la bici isnsitendo en que no se pueden llevar bicis en ese tren. Yo le digo que el conductor me ha dejado y que allí la bici no molesta a nadie. No atiende a las explicaciones y le importa bien poco quien me dijera qué, y la evidencia de que no era de ese país y venía viajando en bici. Con muy poca mano izquierda me insiste en que abandone el tren que había horarios puestos en los que si podían ir las bicis. Yo insisto en que he preguntado a 2 personas y ellas si me lo habían dicho. Acaba por llamar a la "polizia ferroviaria" y bajo del tren. Casi me dejo la mochila en el compartimento, y eso que bajé sin ninguna prisa. Cuando se va el tren les pregunto a los policías que hago y me dicen que espere al siguiente. Yo ya no me fío de nada, parece que la RENFE italiana tiene tan buena organización y trato como la española.

Decido que aunque acabe la etapa con tropecientos kilómetros de más, iría en bici donde fuera. Empiezo a pedalear y me encuentro bien, quizá sea la adrenalina o el cabreo generado por la revisora con pinta de deportista alemana olímpica de los 80.

Tengo que regresar al track marcado por el GPS para llegar a Pisa, destino final de la etapa de hoy. Me quedaban 50 km. Voy por la carretera principal, pero me parece demasiado transitada y sin un otro motivo ni porqué, me desvío hacia la costa. Llego al paseo marítimo, hay carril bici, un mal carril bici con muchos baches. Quiero cuidar mi remolque y abandono el carril bici para pasar a la carretera. Enormes grupos de ciclistas circulan por ella, uno más no molestaría. Intento atrapar a unos que veo delante de mi, pero pese al ritmo de 30 km/h se me escapan.

Voy comiendo kilómetros a medida que se consume la luz del día. Anocheciendo llego a VIarregio y mi sentido común se vuelve a encender. Pienso que voy a disfrutar más de ver Pisa por la mañana y no oscuras. Además siempre sería más barato un hostal aquí que allí. Acierto plenamente. Buscando un camping que nunca aparece acabo en una gran calle paralela a un grandísimo parque. Veo un "albergo" de una estrella y decido probar suerte. Lo regenta una señora de unos 60 años y negocio el precio. Lo consigo por poco más de 20, muy razonable. La señora vuelve a la cocina, de dónde había venido. Cuando meto la bici en el hall, aún sin habitación asignada, y sin ninguna vergüenza entro a la cocina. Junto con la hospedadora hay otra señora. Están las 2 cocinando y les pregunto que hacen. La otra señora es rusa y está aprendiendo a cocinar la polenta. Les digo que yo también quiero aprender o por lo menos verlo. Entiendo muy bien las explicaciones en italiano, aunque no vayan dirigidas a mi. Le enseña como removerla correctamente. Es divertido y tengo hambre. Al cabo de un rato consigo mi habitación. Subo las cosas y sin perder el tiempo bajo al PC que había visto en el hall para avisar a mis padres y amigos que estaba sano y salvo. Cuando la señora me ve, viene casi corriendo a decirme que el PC es privado, que el último cliente que lo tocó, lo llenó de virus y le costó mucho dinero repararlo. Le explico que solo quiero avisar a casa, un simple email, y ni así. Luego me pide que si le puedo hacer un favor y hacerle unas fotos con la señora rusa. Enfadado pero sin ganas de discutir, me ofrezco como fotógrafo. Luego le pregunto como llegar a un Internet point y me da unas indicaciones. Todas las calles me parecen iguales y no llevo mapa. Me pierdo y empiezo a preguntar a todo el mundo. Nadie sabe con exactitud en que calle está, pero tras dar unas vueltas consigo encontrarlo.

Volviendo al "albergo" paro a por cena en una pizzeria en la que había preguntado antes. Me pido una para llevar. La chica que atendía y la amiga que estaba allí con ella no dejan de mirarme, y me doy cuenta que aún voy con la ropa de ciclista.

Con mi pizza en la mano y muy feliz vuelvo al "albergo", o lo intento. Sigo por la calle que yo creía correcta y al llegar al final no tengo ni idea de dónde estoy. Pienso en preguntar por la dirección del albergo pero, ¡NO SE NI EL NOMBRE QUE TIENE! miro la llave, pero no tiene ningún distintivo. Que torpeza el no haberme fijado. Empiezo a caminar, el algún momento daría con el, y tardé un poco pero lo encontré.

Subo discretamente con mi pizza a la habitación donde doy buena cuenta de ella, dejando un trozo para el sano desayuno de mañana. Me ducho y me pongo una crema especial para aliviar el dolor provocado por el sillín. Veo las estrellas y decido volver a la ducha para quitarla. Con un escozor terrible pero un sueño aún más terrible me quedo dormido.

Aún no lo sabía pero la etapa del día siguiente iba a ser la más épica de mi vida.


En esta etapa me acordé, como en todas, de muchas personas. En especial de:

 Criki cuando pasé por bocapignone. Se que se hubiera reído conmigo.
Xavo, si te mola seguir pintando cuadros de motivos de pescadores y ese rollo, visita las cinque terre

Pero sobretodo esta etapa se la dedico a mis padres, porque me enseñaron a disfrutar de cosas así, porque los eché de menos por los pueblos de las cinque terre y les encantaría verlos. Estoy convencido.


 vistas desde la habitación de carrodano
 Niebla para empezar
 Supercarretera
 increibles vistas 
 De cuadro
 Las calles de Vernazza
 una capilla cualquiera 

 postureando






 Corniglia creo




 una callejuela
 Si dios fuera helado, seria este 
 Riomaggiore
 La spezia
COlegio de la spezie de buen rollo que te cagas estudiar aqui

17 marzo 2014

DIA 9 GENOVA - CARRODANO INFERIORE


ETAPA 9 GENOVA -CARRODANO INFERIORE 
(115 km 7 horas 11 minutos)


Si leéis habitualmente las entradas, os fijareis que pongo los km y el tiempo de la etapa. Si sois observadores os daréis cuenta de que en este el tiempo que invertí fue mucho. ¿Queréis saber porque? Pues seguid leyendo.

Salí pronto del hotel, desayuné galletas acompañadas de un exquisito café. Son las 7.30. Pedaleo con calma para retroceder los 12 km hacía el herrero. Llego demasiado pronto al taller y me toca esperar 40 minutos hasta que abran. A las 8 el sol ya empezaba a picar de lo lindo. Acabo de poner al día el diario y disfruto de las vistas mientras espero. A las 9 llega el herrero y el ayudante. Se cambian rápidamente y empiezan con mi reparación. 

Le entrego la pieza rota, coge un bote de vidrio lleno de varillas de metal y BINGO! hay una exactamente del diámetro que necesitamos. No es que hubiera muchas, de nuevo la suerte estaba de mi lado. Y además tenia la rosca ya hecha en un extremo, por lo que no sería necesario usar la fresadora. La corta con una sierra especial para acero, luego su ayudante la une con un soldador a mi pieza rota, le da unos golpes en el yunque, y la dejamos enfriar unos minutos bajo el agua de la fuente de fuera. Ayudo a montar el remolque con la pieza reparada y entre los 3 ensamblamos todo a la bici. Perfecto. Esta mejor que nuevo. Le han puesto unas tuercas de refuerzo. Decido dejar los pulpos como refuerzo extra para que alivien la carga de esa pieza. 

Vuelvo hacia Génova y como no es precisamente pequeña me cuesta de cruzar. En el centro paré un poco para ver el puerto, pero no tuve tiempo de adentrarme más y de disfrutarla como era debido. Una lástima. 

Con la ayuda del GPS doy con la salida de la ciudad. Salgo por la zona rica y veo unas mansiones preciosas con vistas al mar. La carretera enseguida vuelva a subir y bajar, siguiendo el camino serpenteante de los acantilados, pegada al mar. Veo una gasolinera y decido parar a reponer agua y también compro un aquarius. El calor es horrible y me noto deshidratado. Sin fijarme compro 2 botellas de agua con gas, pero para cuando me he dado cuenta del error ya estoy lejos de la gasolinera y voy muy mal de tiempo como para retroceder de nuevo. La siguiente población es Nervi y la alcanzo sin problemas. Hoy el sol aprieta de lo lindo, no hay ni una sola nube. Además el camino empieza a subir, poco a poco, pero sin tregua. 

Las vistas son muy bonitas. Intento disfrutarlas, pero el calor me ahoga. Y cada vez que le pego un sorbo al agua con gas me da más sed. Pero como buen catalán ¡no iba a tirar el agua! La única sombra me la proporcionan las casas que quedan a a los lados de la carretera. Cada vez que veía un rincón con sombra me tiraba a descansar. La temperatura era de más de 30 grados y no eran las 12 aún. Me acabe el par de terrones de azúcar que llevaba para emergencias 

Con una suave bajada llego a Sori. Un bonito pueblo que decido no bajar a ver porque queda por debajo de la carretera, y no quería tener que remontar otra vez lo que bajara. No con este calor. 

Lo mejor del camino es que desde un pueblo podía ver a que distancia estaba el siguiente. Y eso es bueno para la moral. LLego a Recco y Camogli, donde decido parar a tomar algo fresco y probar la focaccia. 

Negocio bien la larga subida hasta Camogli y luego, por fin una bajada hasta Rapallo. Pedaleando por las pequeñas calles de este pueblo me pongo a seguir a un ciclista con una bici de híbrida de paseo, me ayuda a ver la pena que doy pedaleando. Cuando salgo de Rapallo otra subida más. Estaba siendo una etapa totalmente rompe-piernas, pero sigo disfrutando de la ligera brisa mediterránea.

Otro sube y baja más y llego a Zoagli, desde donde empezó una subida mortal con todo el sol de las 12 y sin sombra en la que refugiarme. Me bebía el agua con gas, caliente, como si fuera agua (sin gas jajaja) Ya me había acabado una de las 2 botellas de 2 litros que había comprado. Tardo muchísimo en subir, con tanto calor se hace imposible seguir subiendo y ya empiezo a notar en las piernas el cansancio acumulado de 9 días de machacandome el cuerpo. 
Y como todo lo que sube baja, me tocó descender. Bajé despacito dejando que me diera el aire y descansaran las piernas hasta Chiavari. Yo no quería parar a comer hasta el siguiente pueblo, pero uno tiene que escuchar a su cuerpo. Podéis adivinar lo que comí. Pizza, 2 porciones. Iba a reanudar mi viaje cuando pensé que una siesta sería una genial idea. Busqué un lugar con sombra, en el propio paseo marítimo. Até la bici e intenté descansar un poco. 20 minutos después me desperté como nuevo. Por allí pasaba un vendedor ambulante y se paró a charlar conmigo.

Vuelvo a pedalear y no me cuesta mucho llegar por el paseo marítimo hasta Lavagna. Pedaleando por aquí se me salió el eje de la rueda trasera, nada importante y nada grave. En pocos minutos llego a Sastri Levante. Un pueblo de lo más bonito y que me encantaría visitar con más tiempo en otra ocasión. Lo pude ver entero porque me perdí por sus calles, acabé descubriendo una cala preciosa pero no tenía tiempo de bañarme, era muy tarde y aún quedaban muchos kilómetros.

Veo un policía y le pregunto por el camino correcto hacia La Spezia. ME dice que son 40 km (cuando eran 60) y que me esperan 2 kilómetros de buena subida. Vuelvo a perderme enseguida y doy bastante vuelta hasta dar con la carretera correcta. Empieza la subida, la subida de "2 kilómetros". La pendiente es fuerte, pero el calor ha bajado un poco, aunque estoy sudando a chorros. Llego al kilómetro 2 y veo que la carretera sigue subiendo y alejándose de la costa. Por lo menos había árboles que me daban algo de sombra. En el kilómetro 4 de subida paro a beber agua. Miro en el GPS cuánto queda para mi destino y me quedaban poco menos de 60. Sigo subiendo, kilómetro 5, kilómetro 6, empiezo a despotricar sobre el policía en mi interior. Kilómetro 8, ahora lo hago en voz alta. Paro para ir al "lavabo". Kilómetro 10 veo algo parecido a un camping. Paro a descansar pero debo seguir son las 18.00 y me queda un buen trecho. A los 12 kilómetros de subir y subir llego, por fin, y muy cabreado con el policía, el remolque, la bici y el mundo en general a la cima del puerto. El paso del Braco. 12 kilómetros y no 2. Esos 10 extras me habían minado la moral. Pero tener delante una bajada me anima. Bajo durante mil metros y decido parar a ponerme una chaqueta. Empieza a refrescar. Con todo el calor que había hecho ahora,  de repente, empieza a hacer frío. Son las 19 y pico y el sol empieza a ponerse por detrás de las montañas. Me hago consciente de que no llego a La Spezia, no en las condiciones que yo quiero. Uno de los sitios dónde quería parar eran las Cinque Terre (link aqui) y no quería perdérmelo por nada del mundo.

Pienso en acampar, pero hace demasiado frío y no llevo el saco adecuado. Tenía comida pero no era una opción. Vuelvo a subir durante 900 metros y delante de mi una enorme bajada que me lleva hacia un valle. Hace mucho frío y cada vez hay menos luz. Decido parar en el primer sitio que vea. Pero los pueblos que cruzo son muy pequeños. Voy rápido apurando los pocos minutos de luz que quedan.

Llego a un pueblo dividido en 2 partes. Carrodano superiore e infierore. Bellisimo. Descubro un hostal rústico precioso en la parte más baja del pueblo y me tiro a dentro.

En el hall hay un grupo de 2 chinas, un chino y un italiano preguntando por las habitaciones. Mientras el italiano hace los trámites con la recepcionista, las chicas me preguntan que es lo que hago allí. Les cuento el viaje y alucinan. Claro iba con un maillot, unas piernas con más mierda que un delantal, desentonaba mucho con el renovado interior del hostal. Asombradas me piden que les cuente más, y cuando se enteran de que llevo un remolque en la bici y no solo la mochila como ellas pensaban salen corriendo a ver la bici.
Una de ellas me ruega hacerse una foto conmigo. Ahora tengo fans asiáticas locas. No puedo evitar mearme de risa mientras pone cara de asombro al hacerse la foto conmigo, y le pido que hagan una con mi móvil. Negocio el precio de la habitación, le digo a la recepcionista-dueña que estoy muy cansado y acepto la tarifa, pero le digo que el desayuno no me lo incluya que no puedo permitírmelo. Cuando estoy subiendo las cosas al ascensor el móvil se me cae al suelo y la pantalla se rompe. Lo intento arreglar pero no tiene solución alguna. Así que ahora estoy incomunicado. Me ducho y me relajo. Bajo a dar un paseo por el pueblo pero estaba todo muy oscuro y encima tenía que subir. Me conecto un rato desde el hall del hotel para contar a mi familia que ya no tenía móvil que no se preocuparan. Me pongo al día de las noticias de mi país, por fin me entero de lo que era el "relaxing cup of cafe con leche".

Subo a la habitación. Me había dado la suite a precio normal. Con terraza incluida. La cama grande y mullida. Me preparo una sopa de sobre que me sienta como nunca con tanto frío. Me tumbo a esperar ver la final de "no-recuerdo-que" partido de tenis pero me quedo dormido a los 5 minutos.

Había sido un día duro pero con vistas muy bonitas. Me sentía muy satisfecho de no haber llegado a La Spezia, eso significaba que podría ir a ver los pueblos que forman las cinque terre.

Esta etapa se la dedico a unas personas muy muy muy especiales que siempre están ahí cuando me cuesta pedalear. Por lo menos eso quiero creer yo. Y de verdad, que siento como me empujan hacia adelante. Abuelo Miguel, Yaya Pilar, yayo Víctor y Blanca. Gracias a los 4
 

 oktoberfest mal ubicado
 Galeón pirata Genovés


 Hay un video de este momento
 ¡Entre 2 aguas!
 Faltan "solo" 500 km para Roma
 Chiavari


Sestri Levante
 "Baia del silenzio"




  
Mi primera fan

16 marzo 2014

DIA 8 ALBENGA - GENOVA


ETAPA 8 ALBENGA- GENOVA 
(89 km 4 horas 45 minutos)

Esta vez si, conseguí levantarme temprano. Recojo el campamento y voy hacia la cafetería de un área de servicio que estaba al lado del camping. Me tomo un gran café (por fin café de verdad no como el de Francia), unas pastas y leo la prensa italiana. 

Empieza a lloviznar, no quiero que me coja la tormenta así que voy dando pedales a buen ritmo. Vuelvo a encontrar muchísimos ciclistas en la carretera, es normal, es domingo. La mayoría van en dirección contraria a la mía y suelen ser hombres de más de 50 años. Empiezo a adelantar a los pocos que van en dirección Génova, y a comerme los kilómetros. 
Vuelvo a notar ese dolor muscular que me hizo parar en Marsella y aflojo el ritmo.  Paro a estirar en el siguiente pueblo, me tomo mi tiempo y me pongo una crema de calor em las piernas y la espalda. La llovizna me vuelve a alcanzar, pero cuando me subo  a la bici la vuelvo a dejar atrás. 

Debéis saber que en todos mis viajes en bici (incluidas las 2 visitas a Galicia) jamás me ha llovido. Por lo menos no lo suficiente como para considerarse lluvia o mojarme la ropa. Y en esta aventura no se rompió mi pacto con el dios de la lluvia. Con Eolo ya es otro cantar.

En cada bache, cada resalto freno hasta casi pararme para cuidar mi apañado remolque. Va aguantando bien, pero la tensión de que no se vuelva a romper me tiene con los brazos engarrotados y los dientes apretados durante toda la etapa. 

Llego a Savona donde no perdí demasiado tiempo, ya pararía a descansar en el siguiente pueblo. Estaba aborreciendo las grandes poblaciones. En cada una de mis paradas la lluvia volvía a alcanzarme, pero entonces reanudaba la marcha y me dejaba tranquilo. El día era frío y el cielo estaba cada vez mas gris. 

Comienzo a subir un pequeño puerto de montaña mientras mi camino se aleja de la costa. En la cima del puerto la llovizna empezaba a ser lluvia. Empecé a bajar con mucho cuidado para no forzar el remolque, poco a poco llegué a un puerto industrial que impedía que avanzara por la costa. Seguí la carretera nacional SS1 cruzando unos peligrosos, poco iluminados y mal asfaltados túneles. Si hay algo que me da mucho respeto cuando voy en bici, son los túneles. No me gustan nada. Pedaleo como si me persiguiera un una horda de guerreros con lanzas y flechas y consigo salir de los túneles sin sustos. Había llegado a Albisola. Había mucho mochilero andando. Alguno me había cruzado ya en la etapa de hoy, pero ahora eran decenas de ellos. Parecía que había una especie de marcha de montaña que finalizaba en este pueblo. También habían militares alemanes con banderas italianas y alemanas. Por un momento pensé en que había vuelto el eje del mal de la segunda guerra mundial jaja. 

Paré en el centro del pueblo, la lluvia había parado. Solo me quedaban 20 kilómetros para llegar a Génova. Son 20 kilómetros con subidas largas acompañadas de falsos llanos, pero voy más preocupado del remolque que de mis piernas.

Tras una curva cerrada a la izquiera, Genova se destapa frente a mi. Es grande, muy grande. Quizás tuviera la oportunidad de encontrar un taller de reparación de bicis y conseguir que me arreglaran el remolque. Pero no, el karma, el destino, la suerte, la providencia o lo que sea que haya, tenía preparado algo mucho mejor. Algo maravilloso.

Justo en la carretera. Abierto un puto  domingo de septiembre, IL FABRO!! (un herrero de toda la vida) con su yunque y sus cosas de herrero. No me lo puedo creer. Bajo de la bici y me froto los ojos, me pellizco para ver si eso era real. Lo era. 

Sin dudarlo entro al taller y le explico en un perfecto italiano mi "grosso" problema. El herrero y su ayudante dejan lo que están haciendo y van a ver mi remolque. Me comenta que si que lo puede reparar pero que hoy sería imposible, porque tenía mucho trabajo acumulado y por eso se había visto obligado a abrir un domingo. Pero si me pasaba mañana a primera hora me soldaba la pieza rota. Casi me pongo a llorar de alegría, de hecho, creo que lo hice, ya no lo recuerdo bien.

Me pongo a buscar un hotel por los alrededores pero los que hay son demasiado caros. Encuentro uno a 12 km en los suburbios genoveses. El precio es más que razonable. Tengo un lugar seguro para guardar la bici y además una lavandería en la puerta de al lado.

Me ducho y me acuesto un rato. A las 17 salgo a lavar la ropa (por fin) y luego me dispongo a ir al centro de Genova, pero el día seguía muy gris y no me hacía gracia alejarme tanto del hotel con mi bici allí. Trauma heredado de viajes anteriores. En el barrio predominaban  los inmigrantes de todas las nacionalidades. Unas señoras sudamericanas intentan convencerme de que me una a su secta de testigos de Jehova, que si en mi viaje no había visto todas la creaciones preciosas del Señor, a lo que les respondí "si son tan bonitas esas creaciones quizá sea Señora". Decido comer un kebab con patatas y volver al hotel.

Por la noche me puse a escribir el diario y ponerlo al día. No tardé en irme a dormir sabía que la etapa de mañana sería exigente, pero no imaginaba cuanto.
Esta etapa se la dedico a quien o qué hizo que me encontrara al herrero. Y también al herrero. 

También me acordé mucho de mi amigo Pol Tusinu. Disfrutarías como un chaval pedaleando por esta carretera.

 


la carretera excavada en la roca
era increíble
la caída también





Los héroes!

15 marzo 2014

NUEVOS RETOS, NUEVAS METAS



¡¡Hola bicivoladores!!

Hace unos días que le estoy dando vueltas a mis posibles viajes de este verano. El año pasado eché mucho de menos las montañas. Si que tuve muchas subidas y bajadas, también subí los acantilados de Cassis y me destrocé los cuadriceps por las cinque terre. Pero la mayoría de subidas eran asfaltadas. Yo necesito monte, como las cabras. Necesito tierra y respirar aire puro.

Con esta idea en la cabeza me preparé una ruta que cruza los Pirineos desde Catalunya hasta San Sebastian. Es una alternativa barata y que veo con probabilidades de superar. Pero el gusanillo de los grandes retos siempre me reconcome. Día y noche me dice que puedo ir más lejos, hacerlo más difícil y subir más alto.

Me puse a mirar vuelos a los Alpes, y encontré uno a Zurich por 102 euros (bici incluida) y con la emoción de un niño preparé también las etapas que me traerían de vuelta a Barcelona. Evidentemente esta opción es más  cara, mucho más exigente físicamente y más tentadora para mi.

De momento estas son las cartas que tengo y ahora solo me queda que decidirme. Estoy intentando arrastrar a algún alma conmigo pero lo veo difícil. Así que de momento toca ponerse a entrenar, y entrenar en serio.

Espero vuestras opiniones, y si alguien quiere aportar ideas, dinero o lugares donde hospedarme durante los viajes estaré encantado

Mañana continúo con el diario del viaje a Roma!!

14 marzo 2014

DIA 7 NIZA - ALBENGA

DIA 7 NIZA- ALBENGA (ITALIA)
(112.5 km 5 hoiras 56 minutos)


Para variar, me levante relativamente tarde. Cuando digo tarde eran las 6.48. Normalmente me levantaba con los primerísimos rayos de sol. Me ponía la alarma por si acaso, pero no me hacía falta. 
Recojo todas mis cosas rápidamente, friego los platos y me como unas cuantas galletas con agua para desayunar. 

Cuando estoy a punto de reiniciar la marcha me entran unas ganas enormes de ir al lavabo y como aún no había dejado la llave de la habitación volví a subir para dejar un regalo al staff del hostal.  
Cuando empiezo a pedalear me siento mucho mejor que el día anterior, aún así pedaleo con precaución para no forzar la máquina. El camino empezaba con subidas y bajadas largas que unían los pequeños pueblos. La carretera iba muy pegada  a la costa, con muchas curvas. Hacía poco calor y nada de viento. Un día perfecto para ir en bicicleta. Los pueblecitos estaban muy juntos unos de los otros y por mi  lado empezaban a pasar coches cada vez mas espectaculares. En una de las bajadas veo una gasolinera y decido parar para hinchar las ruedas y comprar una bebida energética (ya sabéis de que marca las compro pero no les voy a dar publicidad hasta que no me patrocinen los viajes), también repongo mis escasas existencias de agua. Reanudo la marcha, continúa la bajada, pero a 300 metros tras una curva cerrada aparece un enorme cartel que me da la bienvenida a Mónaco. 

Lo primero que veo es a un policía de uniforme, impecable, recto, serio. Giro por una calle, bajo por otra semipeatonal, vuelvo a girar y aparezco en el puerto al lado del Real club automovilístico de Mónaco. Sigo pedaleando muy despacio, mirando todos los yates (que mas que yates son mansiones), los coches, la gente de la ciudad... sin darme cuenta llego a la salida del famoso túnel. Decido seguir el circuito, pero me pierdo en algún punto y cruzo todo Mónaco, que no es que sea muy grande, pero si hay muchos desniveles. En lugar de seguir, doy media vuelta y vuelvo hacía atrás. Me quedaban cosas por hacer. Encuentro la oficina de turismo, que no era precisamente ninguna chabola. Me hago con un mapa de la ciudad-estado y veo que el circuito está marcado. Me sale una malvada risilla y me pongo piernas a la obra. Consigo dar con el casino y la salida del circuito, engancho el mp3 con cinta aislante a la suspensión, le doy al play y dos 2 vueltas al circuito, partiéndome de risa mientras retransmito para mi mismo, mi carrera de F1, como si fuera el calvo novio de Alonso. 

Como era la tercera vez que pasaba por ciertos cruces y los policías ya empezaban a mirarme mal opté por seguir adelante y salir de Mónaco. Creo que me vieron demasiado mugriento para estar allí. 
En media hora llego a la frontera con Italia. No esperaba llegar tan rápido ni encontrarme tan bien.

Estaba en Italia! Llegase o no a Roma yo ya me sentía bien conmigo mismo. Esto supuso una inyección de moral tremenda, tengo la piel de gallina y me siento fuerte como el primer día. 

La carretera sigue por unos pequeños túneles bastante peligrosos y con casas entre ellos, pero veo que hay mucho tráfico de ciclistas y eso hace que me sienta tranquilo. Todos los ciclistas casi sin excepción levantaban la mano para saludar o me dedicaban palabras de ánimo. 

Llego a Ventimiglia y no son ni la 13. Pero estoy en el país de la pizza y tengo que celebrarlo. Paro en el primer bar decente y me pido una Margarita (soso, si, tradicional, también). Encuentro el precio superbarato comparado con los precios de Francia.

Sigo tirando y me adelantan 2 ciclistas de carretera, momento en que aprovecho para pegarme a su rueda y servirme de su ayuda. Los sigo hasta la salida de Bordighera dónde la pronunciada subida me obliga a frenar mi ritmo de 30km/h (tened presente en todo momento lo que supone llegar +de 30kg de lastre) 

Disfruto de cada kilómetro que recorro por tierras de la Liguria. Cruzo San Remo, y descubro un carril bici    que me lleva hasta San Lorenzo al Mare. Vuelvo a parar, esta vez para comerme el primero de muchos gelattos italianos. Me enamoré enseguida de esos deliciosos postres artesanales. 

Continuo pedaleando hasta Marina de Andora y pregunto por los campings. Me indican que no hay ninguno hasta que no llegue a Albenga, que se encuentra a poco mas de 20 km. No me importó demasiado continuar. Estaba cansado, pero no me dolía nada. El camino seguía subiendo y bajando pegado a la costa. Saliendo de Alasio cuando estaba yendo a un gran ritmo oigo un fuerte ruido detrás mio, de repente la bici se me frena del todo y bajo a ver que pasa.

(ahora poner este video) La varilla que unía los brazos del remolque al remolque se había partido en 2. El remolque estaba roto. No tenía solución. Y no es una pieza de recambio que encuentras en las tiendas de bicis, es una pieza bastante especial. Desesperado, nervioso, hundido, saco mi bici y remolque, que ahora son 2 partes, de la carretera. Un abuelo que había sentado en un banco miraba mi infortunio y me hacia gestos de negación con la cabeza, como dándome el pésame. Imagino el final de mi viaje, me veo cogiendo el tren hasta Roma y haciendo tiempo hasta que saliera mi vuelo de regreso a Barcelona. ¿Pero como podría moverme con la bici en una mano y el remolque en la otra? La desesperación se apoderaba de mi. Llamé a mis padres, me ofrecieron todo tipo de posibilidades como comprarme otro remolque, pero si ya me había costado mucho encontrarlo en una ciudad como Barcelona, en un pequeño pueblo italiano lo veía imposible. La otra opción era coger un tren a Génova que era la ciudad grande más cercana, buscar allí un remolque o una posible reparación. Mientras hablaba con mi padre mis pensamientos iban a 1000 por hora. Y se me encendió una pequeña lucecita. Corté en seco la llamada sin dar demasiadas explicaciones. 

Saqué un pasador de rueda que llevaba de repuesto, con cinta aislante (dios la bendiga) lo uní al trozo de varilla roto y lo metí en su sitio. Con más cinta aislante aseguré el apaño para que no se moviera demasiado. Luego saqué los pulpos (gomas elásticas con ganchos en los extremos) y reforcé la unión del remolque a los brazos y al propio cuadro de la bici para que mi nuevo apaño no sufriera tanta carga. Una vez enganchado todo, me subo a la bici. Estaba a punto de descubrir si eso funcionaría o no. 

Doy un pedal, otro, luego otro, otro más. El remolque me sigue!!!!!! Miro al abuelo, hincho el pecho lo más que puedo y estiro el cuello hasta el infinito. Sonrío y le digo ciao. Su cara, toda una oda de admiración al nuevo Mcgyver ciclista. 

Le pido porfavor al remolque y a la bici (si, hablo con las cosas materiales) que me dejaran llegar hasta un camping y así lo hicieron. Paré en el primero que vi. Monté la tienda, me duché y caminé los casi 2 km que lo separaban  del pueblo (Albenga) para ir a cenar. 

El pueblo era precioso. Amurallado y con mucha vida en su interior paro en la terraza de una pizzería porque fuera había un guitarrista, muy parecido a George Lucas, interpretando temas de rock clásico. Pedí una pizza de pepperoni, pero lo que me trajeron fue una pizza de pimiento. Parece que peperoni no es pepperoni allí. Aún así mi italiano era más que fluido, entre lo que me inventaba y lo poco que sabía parecía que llevaba meses en Italia. 

Vuelvo al camping, pero me doy cuenta que he perdido las llaves de los candados de la bici, que ya estaba atada. Vuelvo a ponerme muy nervioso. Tendrían que venir con una radial para cortar las cadenas. Voy a la oficina del camping y pregunto por unas llaves, luego al bar del camping y nadie sabia nada- Cojo el frontal y voy recorriendo muy lentamente  los 2 km al centro del pueblo. Volviendo sobre mis pasos. Llego a la pizzeria dónde había cenado y tampoco habían encontrado las llaves. Regreso al camping de nuevo mirando en todas las esquinas y rincones, pero tampoco las veo. Una vez en el camping me pongo a mirar por todos lados hasta que las encuentro a 10 metros de la tienda. Todo un alivio. 

Cansado por un día de nervios y estrés, se me olvida llamar a casa para decirles que todo esta bien y me quedo dormido en 1 minuto. 
Mañana intentaría llegar a Génova con mi remolque apañao, pero sin esperanzas de repararlo porque mañana sería domingo.

Esta etapa se la quiero dedicar a mucha gente. Héctor (taller) Aarón (taller) Carles (taller) sin vosotros no sabría arreglar casi ningún problema de los de la bici y me habéis enseñado un montón de cosas. Gracias!

Pol Durán. Yo siempre llevo cinta aislante encima, pero tu eres de los pocos que sabes que eso lo arregla todo.

A mi yayo Victor, porque sin duda alguna esos apaños tan majos los he heredado de ti.



 Niza (creo)


 Like it hot
 Pizza francesa. No gracias.
 Le royal clun
 Casino

 Los sábados al sol
 Italia!
 Desde esta foto estáis viendo 3 paises
 Mamma mia!!!!


 Postureo!!!!!
 Increibles vistas
 San Lorenzo al Mare
 Il gelatto
 Belleza italiana (lo digo por el pueblo)
 Quiero uno de estos




 George Lucas tocando la guitarra
EL SUPER APAÑO!!!