24 junio 2013

Ya está aquí el verano, nuevo viaje, nuevo reto y UN SORTEO!

Hola bicivoladores!

Ayer empezó el verano y eso, entre muchas otras cosas, quiere decir que ya estoy preparando mi nueva aventura sobre ruedas.

Este será el primer año que iré solo. Es cierto que hace un año mi compañero Víctor se volvió hacia casa en Valencia y yo hice una etapa más hasta Alicante, pero este año el viaje es completamente en solitario.
Tengo cierto respeto por recorrer tantos kilómetros en soledad por lo que pueda pasar, pero no tengo miedo. Se que conoceré a muchísima gente y que sabré disfrutar de ello. También estoy seguro que echaré de menos a los bicilokers habituales, pero la incompatibilidad de las vacaciones  ha hecho que sea imposible juntarnos este año.
Otra novedad será que el viaje no será en Agosto sino en Septiembre así que espero pasar algo menos de calor que en los últimos años.

A estas alturas del post debéis estar preguntando ¿Pero a dónde va este personaje?  Pues lejos. Muchos kilómetros para 15 días. Más de 1000. Me siento muy cómodo y fuerte encima de la bici y creo que lo conseguiré. Es un reto que me pongo.

Pero no os diré dónde voy, eso tendréis que adivinarlo vosotros. Dejad un comentario con el nombre de una ciudad y quien acierte tendrá un recuerdo a mi vuelta.


Esta tarde os subo otra etapa del camino de santiago!

Saludos!

17 junio 2013

DIARIOS DE VIAJE (BARCELONA - SANTIAGO DE COMPOSTELA)

ETAPA 6 ZARAGOZA - TUDELA 94 km

Sonó el despertador. Lo apagamos. Volvíó a sonar. Lo volvimos a apagar.
 Nos despertamos más tarde de lo previsto, por eso recogimos rápidamente todo y le hicimos un chequeo rápido a la mecánica. No recuerdo si desayunamos pero creo que no.

Salir de Zaragoza fue bastante fácil ya que está repleta de carriles bici. Solo teníamos que seguir el río. Como nos gusta perder algo de tiempo, tomamos un pequeño desvío para ir a ver la zona de la expo. De vuelta al camino pedaleamos a buen ritmo por asfalto hasta Utebo y allí paramos a estirar y de mientras nos zampamos unas cuantas "rebuenas" las galletas del camino. Nos habíamos pasado con la crema de calentar los músculos y nos ardían las piernas.

Seguimos por vías a ratos asfaltadas a ratos con intento de asfaltado y a ratos de tierra y fuimos dejando atrás los pueblos de Sobradiel, Torres de Berellen o Alagón. Intentamos sellar siempre que nos lo permitían, en todos los ayuntamientos. El día aún no era caluroso, pero no había ni una sola nube en el cielo y sabíamos que pronto empezaríamos a sudar de lo lindo.

Avanzamos muchísimos kilómetros con una velocidad asombrosa y solo nos deteníamos a sellar. Había trozos de "carretera" que estaban asfaltados a pegotes. Era peor circular por allí que por tierra. Parecía que le habían dado a cada vecino un cubo lleno de asfalto, y cada uno hubiera volcado el suyo. A nuestro lado huertos y más huertos a lo largo del margen del Ebro.

Parecía que habíamos recuperado tiempo y se acercaba la hora de comer. Habíamos llegado a Mallen y allí paramos a hinchar las ruedas correctamente. Nos dijeron que el siguiente pueblo, Cortes, estaba a 2 kilómetros así que, para avanzar algo más fuimos hasta allí. Para nosotros fue una grata sorpresa y un chute de adrenalina enterarnos, mediante un cartel que estábamos en Navarra.

No nos cortamos un pelo a la hora de montar nuestro campamento culinario en la propia porchada del ayuntamiento. Como ha dicho antes, el calor ya era importante y allí teníamos sombra y asientos. No había sitio más fresquito en todo el pueblo. Eran las 14.30. Mientras uno empezaba a hacer la comida (espaguetis a la carbonara) el otro subió a sellar. Hicimos buenas migas con el conserje del ayuntamiento y le contamos nuestras peripecias. Mientras hervía el agua hicimos una microsiesta. A nuestro lado  había un chico con un portátil y estaba conectado a internet. Había carteles de wi-fi público y pensamos que quizás fuera el único lugar con wi-fi. Nos hizo gracia.
 Luego como buenos cicloturistas le pedimos a nuestro amigo conserje que nos dejara un cubo y una fregona para limpiar la parte que habíamos ensuciado comiendo. Mientras Moli volvía a los mundos del sueño hice el esfuerzo sobrehumano de ir a lavar los platos a la penosa fuente de la que apenas salia un chorrito de agua. Cuando volví desperté a Moli, levantamos el campamento y nos pusimos en marcha.
Compramos agua en el bar del pueblo y nos clavaron 3€ por botella grande. Un robo, pero hacía demasiado calor. Más calor que nunca. Pegajoso y horrible calor. Saliendo del pueblo un personaje al que le había dado demasiado el sol nos preguntó por la "Solarquedada" El solo concepto de una "solarquedada" fue desternillante en aquel momento y me sigue haciendo gracia a día de hoy

 Nos quedaban 30km para llegar a Tudela y no queríamos arriesgarnos a una deshidratación. 31º a la sombra y unos 43º al sol.  Vivimos unos momentos duros, durísimos, porque en el camino no había ni una sola sombra. Evidentemente eramos los únicos suficientemente locos como para ir en bici, o a pie por ese camino. Era una recta inacabable. No hablábamos, cada uno estaba encerrado en sus pensamientos intentando avanzar sin pensar demasiado en el calor. No queríamos pensar en las sombras, en los kilómetros que quedaban, en los que llevábamos. La mente trabajaba más que las piernas en este momento. Había que racionar cualquier gota de agua, pero beber aunque no tuviéramos sed para no deshidratarnos. Para distraernos pusimos la canción de Ennio Morricone "For a fistful of dollars" no podía haber una mejor para ese momento y estábamos tan preocupados y ausentes que sonó durante más de 11km una y otra vez.

El camino de repente se desvaneció y paso a ser parte de las piedras que ponen en las vias del tren y plantas. Hubimos de recorrer unos 100 metros a pie mientras nos íbamos quedando secos sin darnos cuenta de ello. Además el metal de las vías refractaba el calor y nos golpeaba con fuerza por nuestro lado izquierdo. Cada vez era peor y nos vimos obligados a parar a la sombra del único puente. Aún alli hacia calor porque no corría ni una gota de aire.

Poco después de la parada llegamos a un pueblo, creo recordar que era Ribaforada, no nos pareció un pueblo bonito, pero si que nos vino de perlas para refrescarnos y a poner reflex en la rodilla de Moli que le volvía a dar problemas. Paramos en casi la primera sombra que vimos y nos compramos un refresco. Estaban preparando el pueblo para fiestas y ponían el vallado del encierro. Bueno en ese momento nadie trabajaba, hacía demasiado calor.
 Saliendo de Ribaforada el camino se arrimaba más a las arboledas e incluso se metía entre ellas. Se nos hizo más fácil ciclar por aquí pero el calor era duro igual.

Volvimos a encontranos siguiendo el canal imperial de Aragón en lugar del Ebro y acabamos en una especie de parque El Bocal. Había muchísimos arboles, a los cuales agradeceré eternamente la sombra porpocionada, y hasta un laberinto. Desgraciadamente el cansancio nos hizo replantearnos la parada ociosa en el laberinto y continuamos hasta encontrarnos con una presa que debíamos cruzar. La casa de compuertas que controlaba la presa parecía abandonada, pero en su época debió lucir muy bonita. Ahora ns dio la impresión de que todo lo controlaban mecánicamente desde algún lado mucho menos bonito..

Solo nos quedaban 10 kilómetros para Tudela. En ellos solo había pequeños repechos y bastante sombra.

Al entrar a Tudela nuestros cuerpos y nuestras mentes se relajaron completamente. Habíamos logrado alcanzar la pequeña meta diaria y soportado unas temperaturas de escándalo para pedalear. Preguntamos por el albergue a unos niños no nos supieron decir donde quedaba, y luego una señora que se rió cuando le preguntábamos por que el albergue era el edificio que estaba delante nuestro.
Desde fuera parecía un colegio de primaria o una guardería, pero no un albergue.

Como era algo "tarde" había muy pocas plazas disponibles, pero "llorando" un poco conseguimos 2 camas. Estaba tan lleno porque allí descansaban hoy unos grupos de 15 a 20 personas con discapacidades psíquicas que estaban haciendo una ruta.

Atamos las bicis a una verja, desmontamos todo y lo transportamos a la gran habitación compartida. Unas 40 o 50 literas. La noche pintaba mal. Pero aún me faltaba por llegar la peor noticia.

Nos duchamos y salimos a ver la ciudad. A los 5 minutos la ducha resultó ser inútil. Seguía haciendo demasiado calor, entre 43 y 45º. Paseamos por todo el casco antiguo de Tudela, la plaza de los fueros y paramos a comprar un helado. Las piernas nos decían que ya basta, pero nunca sabes cuando vas a volver a ese lugar, así que había que aprovechar. Paramos a comprar unos cogollos y media sandía para la cena. Cuando ya empezó a aflojar el calor emprendimos el largo camino de vuelta al alberuge.

Mientras David hervia los cogollos y unas patatas yo recibí la llamada de mi, por aquel entonces, pareja.
Como en todos los "bici-viajes" que había hecho mientras estábamos juntos me puso muchos problemas para poder hacerlo. No le gustaba nada la idea y eran largas las negociaciones para conseguir que me dejase viajar en bicicleta, que es lo que más me gusta hacer en el mundo. No comprendía ni compartía, para nada mi pasión. Durante los viajes siempre me hacía pasar malos ratos llamandome enfadada desde Barcelona y me ponía en situaciones incómodas, pero ninguna como esta que os contaré.

A parte de los 2 integrantes del viaje, una buena amiga mía me pidió incorporarse a nuestro periplo cuando llegaramos a Burgos. Sería su primer viaje en bici y con alforjas, y aunque durante el invierno y la primavera había salido a entrenar con ella muchas veces, yo no las tenía todas conmigo porque no creia que pudiera aguantar nuestro ritmo. Pero aún así, le dije que se viniera, siempre es bonito ver como alguien forma parte de tu pasión. A mi pareja eso no le hizo ninguna gracia y aunque había logrado convencerla de que estuviera tranquila, cuando llegamos a Tudela, más o menos el punto intermedio entre lo que habíamos recorrido y lo que nos quedaba hasta Santiago, le dio por cambiar enteramente su opinión. En nuestra conversación me dijo con tono sereno pero severo que ya estaba harta y que no quería que continuara con este viaje. Que volviera mañana mismo a Barcelona o cuando regresara ya no seríamos pareja.
No me lo podía creer, todo lo maravilloso de la aventura había quedado a segundo plano. Quedé destrozado. Hablamos durante horas, no cené nada. Llantos, gritos, más llantos, más gritos. Negociaciones. Se había puesto el sol hacía rato y yo seguía en el jardín del albergue hablando por teléfono. Mis pensamientos iban a 500 km/h intentando hallar una solución al dilema. Este viaje era algo que se había ido fraguando en mi interior durante años, había salido desde mi casa y pretendía llegar a Galicia. ¿Que podía hacer? ¿Volver mañana y abandonar a David? Conociéndolo el hubiera abandonado también y eso me haría sentir culpable con el para siempre. Harto de hablar contra un muro tomé la decisión más acertada y que quizás habría tenido que tomar antes. Continúe mi camino.

Sobra decir que esa noche no dormí en absoluto.


Perdón por tardar tanto en escribir esta entrada, pero había cosas que no quería recordar.

Mañana más!